domingo, 16 de noviembre de 2014

MITOS Y LEYENDAS EN LA CULTURA COLOMBIANA




Los Mitos y las Leyendas son una de las costumbres más importantes del pueblo colombiano. Hacen parte de la tradición oral de los pueblos que se encargaron de unir la fantasía con las creencias populares, el resultado fue una serie de cuentos que han ido evolucionando a través de los siglos.

Son fantasías que fueron tomando forma gracias al imaginario colectivo y se han encargado de proporcionar las primeras explicaciones no científicas de fenómenos naturales. En esta sección encontrarás los principales mitos y leyendas de Colombia.


LA LEYENDA DEL DORADO




 La laguna de Guatavita, escenario natural y sagrado del acontecimiento lucía su superficie tranquila y cristalina como una gigantesca esmeralda, engastada entre hermosos cerros.

 Gran agitación reinaba en Bacatá, vivienda del Zipa; la población entera asistiría al singular acontecimiento en alborozada procesión hasta la laguna sagrada portando relucientes joyas de oro, esmeraldas, primorosas vasijas y mantas artísticamente tejidas, para ofrendar a Chibchacum, su dios supremo, a la diosa de las aguas, Badini y a su nuevo soberano.
  

Por fin, llegó el gran día. El joven heredero acompañado de su séquito, compuesto por sacerdotes, guerreros y nobleza, encabezaba la procesión. Sereno y majestuoso, su cuerpo de armoniosas proporciones se mostraba fuerte para la guerra; su piel color canela tenía una cierta palidez, resultado del riguroso ayuno que había realizado para purificar su cuerpo y su alma y así implorar a los dioses justicia, bondad y sabiduría para gobernar a su pueblo.

  El sacerdote del lugar, ataviado con sobrio ropaje y multicolores plumas, impuso silencio a la población con un enérgico movimiento de sus brazos extendidos. De piel cobriza ycarnes magras por los prolongados ayunos, el sacerdote era temido y reverenciado por el pueblo; era el mediador entre los hombres y sus dioses, quien realizaba las ofrendas y rogativas y quien curaba los males del cuerpo con sus rezos y la ayuda de plantas mágicas.

El futuro Zipa fue despojado de las ropas y su cuerpo untado con trementina, sustancia pegajosa, para que se fijara el oro en polvo con que lo recubrían constantemente.

No se escuchaba un solo sonido; debido a la solemnidad del momento, sólo se oía el croar de las ranas, animales sagrados para ellos, los gorjeos de los pájaros y el veloz correr de los venados.

La balsa se deslizó suavemente hacia el centro de la laguna. Fue allí cuando, después de invocar a la diosa de las aguas y a los dioses protectores, el heredero se zambulló en las profundidades; pasaron unos segundos en los que solamente se veían los círculos del agua donde se había hundido; todo el pueblo contuvo la respiración, el tiempo pareció detenerse; por fin, emergió triunfal y solemne el nuevo monarca; el baño ritual lo consagraba como cacique.

Gritos de júbilo y cantos acompañaron su aparición y uno a uno, los súbditos arrojaron sus ofrendas a la laguna: figuras de oro, pulseras, coronas, collares, alfileres, pectorales, vasijas huecas con formas humanas, llenas de esmeraldas; cántaros y jarras de barro. El cacique, a su vez, junto con su séquito, realizó abundantes ofrecimientos de los mismos materiales, pero en mayor cantidad.

La balsa retornó a la orilla en medio del clamor general. Tenían ahora un nuevo cacique, quien debería gobernar según las sabias normas del legendario antecesor y legislador Nemequene, basadas en el amor y la destreza en el trabajo y las artesanías, en el valor y el honor durante la guerra; en la honradez, la justicia y la disciplina.

Así, en este orden y placidez transcurrirían los días, hasta que una guerra, una enfermedad o la vejez, los privara de su monarca y fuera necesario realizar de nuevo la ceremonia del Dorado para ungir un nuevo cacique. Este debería continuar gobernando con prudencia y sabiduría al pueblo y su fértil y verde país, rodeado de hermosa vegetación y de cristalinas corrientes de agua. 

VOCABULARIO

Chisaca: Flor amarilla de los potreros.
Guatavita: Poblacion de Colombia Cundinamarca.
Muisca: Pueblo indio, de la familia lingüística chibcha, que habitaba en Colombia, en las altiplanicies de la Cordillera Oriental (Boyacá, Cundinamarca y un extremo de Santander). Cuando llegaron los españoles a estas tierras, formaba varios estados independientes y dos caciques se disputaban la hegemonía: el Zipa de Bacatá (Bogotá) y el Zaque de Hunsa (Tunja). Los Muiscas, cuya cultura tenía mucha afinidad con la incaica, se dedicaban a la agricultura, eran notables alfareros y fabricaban gran variedad de joyas y curiosas figuras de oro y cobre, hechas en láminas de metal. Su culto consistía en la adoración de los astros, de Bochica, su héroe civilizador y en la veneración de sus antepasados. Fueron fácilmente dominados por los españoles y sus descendientes son, en su mayoría, agricultores.
Pectoral:  Adorno suspendido o fijado en el pecho.Zipa: Nombre de los caciques muiscas de Bogotá

2. LEYENDA O MITO EL SOMBRERON

Se le encontraba en las orillas del camino, y la gente sigue sintiendo su presencia. Físicamente se le describe como un hombre maduro, con un sombrero grande, bien vestido, de rostro sombrío y en actitud de observación permanente. Las personas que lo han visto aseguran que lo acompañan dos enormes perros negros cogidos por gruesas cadenas.
Los trasnochadores que lo han visto o a quienes se les ha presentado, dicen ver la figura que les sale al camino, los hace correr y les va gritando "SI TE ALCANZO TE LO PONGO", siempre persigue a los borrachos, a los peleadores, a los trasnochadores y los jugadores tramposos y empedernidos. Aprovecha los sitios solitarios. En noches de luna es fácil confundirlo con las sombras que proyectan las ramas y los arbustos. Llega siempre de noche a todo galope, acompañado de un fuerte viento helado y desaparece rápidamente.


Fue famoso en Medellín en 1837, cuando recorría todas las calles. Aparecía cuatro o cinco viernes seguidos, volvía a aparecer uno o dos meses después. Parece que fuera el sombrerón, el espanto propio de Medellín".

Hay crónicas también de sus andanzas por pueblos del suroeste como Andes, Bolívar y Jardín y por los poblados a orillas de los ríos San Juan y Baudó. En otras regiones colombianas como el Tolima, el Huila y al oriente del Valle del Cauca, se le denomina como El Jinete Negro y se le describe en forma muy similar a como se ha descrito aquí.

Por el suroeste antioqueño, lo mencionan también como "El Jinete sin Zamarros", y se le describe con ligeras variantes. Le atribuyen distintas formas de presentación, la más frecuente de las cuales es la de un hombre alto y corpulento, enlutado, que termina en una calavera, ornada con un negro sombrero de anchas alas.


3. LEYENDA O MITO LA MADRE MONTE

 Los campesinos cuentan que cuando la Madremonte se baña en las cabeceras de los ríos, estos se enturbian y se desbordan, causan inundaciones, borrascas fuertes, que ocasionan daños espantosos.

Castiga a los que invaden sus terrenos y pelean por linderos; a los perjuros, a los perversos, a los esposos infieles y a los vagabundos. Maldice con plagas los ganados de los propietarios que usurpan terrenos ajenos o cortan los alambrados de los colindantes. A los que andan en malos pasos, les hace ver una montaña inasequible e impenetrable, o una maraña de juncos o de arbustos difíciles de dar paso, borrándoles el camino y sintiendo un mareo del que no se despiertan sino después de unas horas, convenciéndose de no haber sido más que una alucinación, una vez que el camino que han trasegado ha sido el mismo.

El mito es conocido en Colombia, Brasil, Argentina y Paraguay con nombres como: Madreselva, Fantasma del monte y Madre de los cerros.

Dicen que para librarse de las acometidas de la Madremonte es conveniente ir fumando un tabaco o con un bejuco de adorote amarrado a la cintura. Es también conveniente llevar pepas de cavalonnga en el bolsillo o una vara recién cortada de cordoncillo de guayacán; sirve así mismo, para el caso, portar escapularios y medallas benditas o ir rezando la oración de San Isidro Labrador, abogado de los montes y de los aserríos
Esta leyenda colombiana es una de las más conocidas por su vinculación con la conquista de América. Los conquistadores españoles buscaban un país legendario famoso por sus incalculables riquezas (El Dorado). El origen de esta creencia reside en la ceremonia de consagración de los nuevos Zipas.

El ungido parecía una estatua de oro: su espléndido cuerpo cuidadosamente cubierto con el noble metal, despedía reflejos al ser tocado por los rayos del sol. Cuando hubo terminado el recubrimiento, subió con los principales de la corte sobre una gran balsa oval, hecha íntegramente en oro por los orfebres de Guatavita.

Bacata:  Bogota
Se trata de un personaje que vivió en épocas pretéritas en diferentes pueblos. Era un enigmático hombre que vestía de negro y se ponía un gran sombrero del mismo color, montaba un brioso caballo también negro que se confundía con la noche, no hablaba con nadie y a nadie le hacía daño; aparecía y desaparecía como por encanto
Los campesinos y leñadores que la han visto, dicen que es una señora corpulenta, elegante, vestida de hojas frescas y musgo verde, con un sombrero cubierto de hojas y plumas verdes. No se le puede apreciar el rostro porque el sombrero la opaca. Hay mucha gente que conoce sus gritos o bramidos en noches oscuras y de tempestad peligrosa. Vive en sitios enmarañados, con árboles frondosos, alejada del ruido de la civilización y en los bosques cálidos, con animales dañinos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario